El 24 de octubre de 1950 llegaron las primeras imágenes y sonidos a los telereceptores en La Habana, Cuba, aunque desde hacía doce días había comenzado el período de experimentación con vistas fijas y entrevistas.
Junto a Brasil y México, Cuba fue pionera en América Latina en introducir la televisión. Dicta la historia que desde 1946 ya se hacían pruebas de circuito cerrado, igualmente en la capital nacional.
Poco a poco, el novedoso sistema de trasmisión fue ganando potencia y llegando a más territorios cubanos. No obstante, la televisión adquirió su verdadero papel transformador después de 1959 con el triunfo de la Revolución.
Desde esa fecha y hasta 1962 en la radio y la televisión cubanas hubo profundos cambios, proceso que tuvo que ver con el tránsito de la propiedad privada a la estatal, impulsado por el gobierno revolucionario.
Con la creación del ICR en 1962 inicia un profundo perfeccionamiento y consolidación de este medio y su función de desarrollo social. En el Informe Central presentado en el primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, en 1975, el presidente cubano expresó:
“En 1959 el monopolio de la radio y la televisión, con el respaldo de firmas norteamericanas y capitales nacionales, mostraban un sólido andamiaje. Se había iniciado la venta de libretos y cintas grabadas de programas a más de diez países de América Latina, y con esto la radio capitalista de Cuba era una fuente de deformación y penetración ideológica no solo para Cuba, sino que se extendía a otros pueblos. Siete canales de televisión, seis de ellos en La Habana, de los cuales dos tenían teóricamente alcance nacional, cinco cadenas nacionales de radio, quince emisoras provinciales y noventa locales, constituían el régimen anárquico que bajo la libre prensa envolvían los medios de comunicación masiva”.
En 1976, a propuesta de los acuerdos del primer Congreso del PCC, el ICR pasa a ser el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT). Esto impuso novedosas formas de trabajo al sistema ya establecido y un mayor compromiso con el público al que iba dirigida su producción.

En 75 años de historia, sobre todo en los últimos 66, la televisión cubana ha sido la fiel compañera de nuestro pueblo. Los momentos felices, tristes, trascendentales, nuestros éxitos en el deporte, la política, la ciencia o la cultura han encontrado en ella la vía para llegar a los públicos.
La TV ha tenido y tiene hoy un papel fundamental en la educación del país. El programa Universidad para Todos y las teleclases han sido puntal en este sentido. Estas últimas, sobre todo en la pandemia de Covid-19 fueron clave para mantener en marcha el sistema educativo en las diferentes enseñanzas.
Miles de artistas, periodistas, comunicadores, locutores, guionistas, asesores, personal técnico y también directivos han pasado por el medio televisivo en estas siete décadas y media de existencia. Todos, absolutamente todos, han puesto su granito de arena y dejado su sello para poder disfrutar de una televisión más atractiva e instructiva, apegada a la verdad.
Siempre ha existido la voluntad política y el compromiso con el pueblo que ha permitido que en todas la provincias existan Telecentros y canales municipales en la mayoría de los territorios del país, así como la señal de Cubavisión Internacional, “De Cuba para el mundo”. Además, se han transformado en multimedios, con presencia en todos los espacios digitales.
Muchas felicidades a quienes formaron parte de ella desde sus inicios, a quienes ya no están y a quienes permanecen. A los que ahora mismo son el sustento y el impulso de este maravilloso medio, sépanse continuadores de un legado que cada día se enriquece.


